
Max Verstappen cimentó su victoria en el GP de Emilia Romaña con una maniobra quirúrgica en la primera vuelta, al adelantar por fuera a Oscar Piastri en Tamburello. Lo que a simple vista pareció una genialidad impulsiva, esconde en realidad un cálculo técnico milimétrico que revelan los datos y la telemetría.
El neerlandés, que llegó a rodar tercero tras una mala salida, recuperó el control con una decisión estratégica: mantenerse en la trazada ideal, más adherente, y frenar diez metros más tarde que su rival. Esa diferencia mínima bastó para que, a igual velocidad punta (289 km/h), Verstappen se lanzara al exterior con 30 km/h más al entrar en la frenada. Piastri, sorprendido, no tuvo margen de reacción.
«Pensé que tenía la posición controlada», admitió el australiano tras la carrera. Pero el análisis muestra que Verstappen, además de frenar más tarde, colocó su monoplaza de forma que impidió cualquier intento de bloqueo por parte de Russell y Norris. Una ejecución impecable, comparable a su célebre salida en México 2021.
El momento, catalogado por Christian Horner como un «win it or bin it», demuestra por qué el campeón vigente es, hoy por hoy, el mejor ejecutor de adelantamientos en situaciones límite.
Verstappen no solo ganó la posición. Ganó la carrera en esa curva.