
Durante décadas, el GP de Mónaco ha sido sinónimo de elegancia, historia y prestigio en la Fórmula 1. Pero en tiempos de expansión y espectáculo global impulsados por Liberty Media, surgen las dudas: ¿sigue siendo Mónaco el epicentro del glamour en la F1?
Aunque Montecarlo sigue atrayendo a multimillonarios, modelos y deportistas de élite, su atmósfera este año ha sido mucho más contenida en comparación con Miami o Las Vegas. A pesar de la presencia de figuras como Mbappé, Jeff Bezos o Dua Lipa, varios VIP esperados no asistieron, y la promoción de la esperada película F1, que se estrenó con fuerza el jueves, desapareció sin continuidad antes del sábado.
El paddock limitado, la complicada logística y los altísimos costes han restado atractivo a un evento que, si bien sigue siendo único, parece menos central para los planes estratégicos de la F1 moderna.
En paralelo, el acuerdo de patrocinio con LVMH ha traído una fiesta espectacular de TAG Heuer a bordo de un megayate, pero incluso eso se percibió como una excepción aislada frente al frenesí de eventos en EE.UU.
Mónaco sigue siendo historia pura… pero quizás ya no sea el presente más vibrante del calendario.