
NF1 | Pablo Marín
Andrea Kimi Antonelli ya no es promesa: es piloto oficial de Fórmula 1. En su primer fin de semana como titular de Mercedes, el joven italiano no solo cumplió con las expectativas, sino que dejó claro que está preparado para escribir su propia historia. Desde el bullicio de los fans hasta los silencios del box, su debut en el GP de Australia fue una fusión de profesionalismo, talento y madurez inusual para alguien que acaba de cumplir 18 años.
El reemplazo de Hamilton, con nombre propio
Durante toda la semana, el nombre de Lewis Hamilton siguió rondando las preguntas de los medios. Pero Antonelli, con aplomo y respeto, se encargó de marcar distancia: «No quiero sonar arrogante, pero me gustaría escribir mi propia historia», declaró en la presentación del equipo en St. Kilda, junto a George Russell, Valtteri Bottas y Toto Wolff. El mensaje era claro: este no es un imitador, es un protagonista.
Una agenda sin respiro, un enfoque sin fisuras
Desde su llegada a Melbourne, Antonelli siguió una rutina cronometrada al milímetro: sesiones con ingenieros, pruebas físicas con su preparador Sergi Ávila, trabajo con redes sociales, encuentros con fans y con jugadores de fútbol australiano, ruedas de prensa… Todo bajo el radar mediático, pero con cada paso medido por el equipo.
Pese a la intensidad, Antonelli se mostró sereno. Incluso se permitió recoger cada mañana a su familia —su padre Marco, su madre Verónica y su hermana Maggie— en coche, tras obtener el carnet de conducir solo seis semanas antes. «Ellos me llevaron a todas partes durante años. Ahora me toca a mí.»
Primera gran ovación: Melbourne Walk
El viernes por la mañana, el ‘Melbourne Walk’ confirmó que Antonelli ya no es solo una joven promesa para entendidos: es una figura popular. Decenas de aficionados lo esperaban con fotos de sus días en karting y gritos en italiano. «¿Dónde encontraste esta foto?», preguntó a un fan que le mostró una imagen de su niñez.
Christian Horner pasó junto a él con menos atención mediática. Detalle curioso. El foco, al menos por este fin de semana, estaba en el joven de Mercedes.
La pista, su territorio natural
FP1 y FP2 fueron sesiones sólidas, con Antonelli sumando kilometraje y entendiendo los márgenes del W16. «Nuestro ritmo en tanda larga parece sólido. Pero tengo que trabajar mejor la vuelta de calentamiento con los blandos», explicó tras bajarse del coche.
En FP3 firmó un ilusionante P5, pero la clasificación trajo su primer revés: un error en la curva 6 dañó el suelo del coche y lo dejó fuera en Q1. Saldría desde el 16º puesto.
Domingo de redención y lluvia
La lluvia lo cambió todo. Con la carrera de F2 cancelada y la Fórmula 1 amenazada por las condiciones, la tensión se apoderó del paddock. Su madre, incapaz de ver la carrera en directo por los nervios, optó por seguirla desde una sala privada con solo el monitor de tiempos.
No vio el susto inicial: un trompo tras tocar el césped en la curva 3. Pero lo que vino después fue memorable. Antonelli remontó vuelta tras vuelta, con ritmo, paciencia y valentía. En las últimas dos vueltas, Toto Wolff llamó a los padres del piloto al garaje. Allí lo vieron cruzar la meta… ¡en cuarta posición!
Un final que dice mucho más que un resultado
«Ahora sí puedo decir que borré Monza», comentó entre risas, en alusión a su primer FP1 del año pasado, cuando acabó en las barreras tras una prometedora actuación. «¿Viste el adelantamiento a Albon? No estuvo mal, ¿no?»
Cuando revisó la tabla de resultados y leyó los nombres que quedaron detrás, soltó una sonrisa. Su trabajo estaba hecho. Y su historia, como él dijo desde el principio, ya es suya.
Desde NF1 lo contaremos paso a paso. Porque el futuro… ya arrancó.